Aunque la llegada de la Ley de Bienestar Animal acaba de quedar en el aire, las costumbres cambian. En muchas ciudades españolas, se ha vuelto común encontrarnos a perros en metros, trenes y espacios públicos.
Qué dice la nueva ley
De aprobarse, la nueva legislación lo dice alto y claro: se facilitará la entrada de animales de compañía que no constituyan riesgo. El pistoletazo de salida en municipios como Barcelona, en las líneas de metro que conectan el área metropolitana, o los últimos cambios en Renfe, que permitirán viajar con perros de hasta 40 kg, son la prueba más evidente. Las cosas están cambiando.
Sin embargo, muchas familias no cuentan con perros acostumbrados a este tipo de viajes. Es habitual ver a perros nerviosos en el transporte público, que intentan quitarse el bozal, que se mueven intranquilos o que no se quedan tranquilos en su trasportín, en el caso de que sea obligatorio para ese trayecto concreto.
La normativa de transporte para el metro de Barcelona y de Madrid nos puede dar algunas pistas: buen manejo de la correa, evitar horas punta, uso correcto del bozal y evitar el uso de escaleras mecánicas, entre otros. En el caso de los trenes de media y larga distancia, a menudo, se limita el tamaño de los animales (10 kg, sin tener en cuenta la prueba piloto mencionada arriba) y se obliga al uso de trasportín, hasta ahora.
Como sabemos que esta legislación está próxima a cambiar, si queremos viajar con comodidad y seguridad, es buen momento para trabajar algunas habilidades que nos servirán para movernos acompañados y con tranquilidad.
Las experiencias deben ser graduales
El gran error de muchos guías y tutores caninos es que, de un día para el otro, cogen al perro, le ponen un bozal, correa corta, y a hacerse los dos juntos una línea entera del metro.
Es muy, muy importante que los perros tengan experiencias de forma progresiva o gradual. Yo siempre digo: "Si no podemos correr 2 km, no tiene sentido intentar hacer un maratón." Aquí, pasa tres cuartos de lo mismo.
Si tu perro se muestra seguro y tranquilo, aprovecha para ofrecerle experiencias adaptadas y acostumbrarle a otro ritmo: puedes hacer un trayecto de 10 o 15 minutos, en el metro, por ejemplo. Por el contrario, si tu perro está inseguro o miedoso, ofrécele la experiencia en versión reducida y progresiva: nos acercamos al metro, pero no subimos; mañana, bajamos a la vía y volvemos a salir (lástima de billete); pasado, subimos y hacemos una o dos paradas...
Otra buena opción es complementar estos ejercicios con espacios más transitados o con aglomeraciones, así como enseñar a tu perro a pasear con la correa más larga y más corta, según cada situación.
Recuerda: por cada niño que tiraron al agua a lo bruto y aprendió a nadar, hay otro que está traumatizado y que nunca más a vuelto a entrar en una piscina. No te vale la pena...
El uso del trasportín
Si bien para viajes cortos el trasportín puede no ser necesario, es importante que nuestros perros estén habituados a usar esta herramienta para posibles desplazamientos en coche, barco, tren de larga distancia o avión.
A diferencia de lo que se suele entender, el trasportín es un espacio personal que debe "positivizarse", y no una jaula donde encerrar al perro. Para esto, podemos enseñar al animal a entrar y salir del trasportín mediante un comando y asociar buenas experiencias con la herramienta.
Hay muchas guías para acostumbrar a tu perro al trasportín, pero aquí tienes un resumen rápido:
- Los primeros días, dejaremos la puerta abierta y pondremos comida en el interior: ¡incluso podemos darle la ración de comida allí!
- Poco a poco, vamos a enseñar al perro a tumbarse dentro y, cuando lo haya entendido, podremos incorporar un comando verbal (por ejemplo: ¡a tu sitio!)
- Si tu perro ya entra y sale bajo comando y de forma natural del trasportín, tocará empezar a cerrar durante unos minutos: un buen momento es durante las comidas y las sesiones de entrenamiento
- Por último, aumentaremos los tiempos dentro del trasportín y empezaremos a incluir otros espacios: otra habitación, el coche, una salida breve...
El bozal y sus malos usos
Cada día, veo a decenas de perros con el bozal colgando del cuello, sin poner. La mitad no lo llevan porque se lo quitan; la otra mitad, porque ni tan siquiera se lo dejan poner. El problema es que, en lugar de trabajar el bozal con tranquilidad, subimos al metro e intentamos solucionarlo en un pispás. (Spoiler: no suele funcionar.)
A medida que se incrementan los derechos de los guías caninos y las familias, también aumentan algunas obligaciones. La del bozal, es una de ellas. ¿Y sabes lo que sí funciona para que un perro acepte bien el bozal?
Presentar la herramienta de forma progresiva y asociarla con premios y buenas experiencias; así, tu perro terminará dejándose poner y llevará el bozal sin problemas. Igual que cuando acostumbramos al perro a una zona nueva (por ejemplo, una estación de tren) este es un trabajo que debemos hacer día a día, porque la solución rápida no suele ser efectiva.
En resumen, si habitúas (acostumbras) a tu perro a dos herramientas tan sencillas como el trasportín y el bozal, así como a espacios más transitados, subterráneos o cerrados (esto dependerá mucho de tu perro, como te puedes imaginar), podrás disfrutar con seguridad y tranquilidad la apertura de los espacios públicos que prevé la ley. Por el contrario, para los guías caninos que no han enseñado estos mínimos a sus perros, estas mejoras no tendrán efecto e incluso podrán estar sujetas a multas.