En el valle pirenaico de Benasque, a los pies del macizo de las Maladetas, vivía Norte, un perro guardián que acompañaba a los montañeros en sus travesías y ascensiones a diferentes picos guiándoles en su camino para que no se perdiesen. Tras muchos años haciendo esta labor, ha muerto con 21 años. Los alpinistas ya no podrán conocerlo ni disfrutar de su compañía y el valle, que siempre está cubierto de nieve, se ha envuelto en un manto de luto.
Dionisio Ciria, (vecino de la zona) ha coincidido muchas veces con Norte. Lo tenía mucho cariño y, por eso, ha contado su conmovedora historia en Twitter a modo de homenaje. El montañero ha frecuentado mucho las montañas pirenaicas porque su familia tiene un negocio turístico allí.
La primera vez que lo vio, fue hace ya unos años: se lo encontró en medio del parking del Hospital de Benasque cubierto con palmos de nieve con las patas relativamente cortas para moverse con facilidad. Ciria, -no sabe muy bien por qué-, decidió quedarse con él y, el perro lo acompañó en su ruta haciendo de guía. "No se separó de mi ni un instante", recalca.
El montañero asegura que "Norte sabía cual era su destino". Sostiene que "entre los muchos lugares en el mundo, Norte parecía que tenía el suyo predestinado. Se mantuvo desde entonces acompañando a cientos de montañeros sacándoles de más de un apuro":
Norte era conocido como "el guardián del Aneto": no tenia dueño pero siempre supo cuál era su lugar
Nadie sabe cuando ni de qué forma apareció el perro allí: se dice que fueron unos turistas los que lo abandonaron en un viaje. Lo llamaban "el guardián del Aneto" (el pico más alto del valle y el tercero de España).
"Norte era un perro abandonado que apareció en la zona y se quedó como un símbolo. Vivía entre el hotel de los Llanos del Hospital y el Refugio de la Renclusa, depende de la época del año", comenta Ciria.
Llanos del Hospital, subió un vídeo para darlo a conocer. Además, Ciria recalca que cuando se empezó a hacer más famoso, la gente subía a la montaña para hacerse fotografías con él.
En varias ocasiones, el peludo acompañaba al montañero en sus rutas o a alguna ascensión, con esquís o botas. Lo hacía, sobre todo, cuando había mucho temporal para evitar que Ciria, y los demás montañeros, se perdiesen.
Norte no tenía dueños aunque, se comportaba con algunos alpinistas como si todos ellos lo fueran porque "era un perro muy sociable". Los responsables del Refugio y del hotel de los Llanos le daban de comer y lo llevaban al veterinario, pero andaba siempre libre en ambos lugares.
Tenía un amigo llamado Coco, un mastín blanco francés que vivía en el refugio pero no le acompañaba en sus labores de senderismo. De hecho, Ciria siempre ha tildado su labor como impresionante: "es extraño que algún perro vuelva a replicar su labor".
El guardia del refugio, Hector Puig, también ha querido homenajear a Norte resaltando un dato curioso sobre él en Aragón Noticias. Contaba que "el perro, durante la temporada de otoño y primavera solía acompañar a la parte más débil del grupo para mostrar su apoyo".
El perro hacía honor, sin duda, a su nombre. Nunca perdió el norte ni dejó que nadie lo hiciese. Y quizá, Ciria tenga razón cuando dice que "sabía perfectamente cuál era su destino".
El montañero cuenta que "murió de viejo" y lo llora, al igual que muchos otros alpinistas con los que el perro coincidió durante años, porque seguro, que los ha salvado de algún riesgo alguna vez en las grandes y asombrosas montañas del valle de Benasque.