Disfrazar a nuestros animales, ¿diversión o martirio para ellos?

Se acerca el Carnaval y con ello, la época de las fiestas de disfraces, las sesiones de fotos junto a nuestros amigos y familias con vestidos y trajes de nuestras series, películas y videojuegos favoritos, los concursos... Y no solo nosotros, nuestros animales de compañía también forman parte de estas costumbres.

Aunque en España no nos volvemos muy locos disfrazando a nuestros perros, gatos y hurones (en Estados unidos se gastan casi diez mil millones de euros al año solo en disfrazar a sus perros y gatos por Halloween), sí se trata de una tendencia a la alza que podemos ver muy presente en redes sociales, donde cada vez son más los que optan por escoger un traje o complemento con el que vestir a sus compañeros peludos.

Pero, ¿hacemos bien disfrazándolos y adornándolos con collares, gafas y sombreros? Diferentes etólogos explican que, en este ámbito no hay blancos y negros, se trata de algo relativo, que depende de cada mascota, aunque sí señalan que hay que saber cómo hacerlo y en qué casos evitarlo.

La moda de disfrazar a nuestras mascotas nace de la necesidad de incluirlas dentro de nuestro grupo social. Si somos de esa clase de personas que nos juntamos con nuestra familia o amigos para disfrazarnos, es normal que queramos incluir a nuestro perro, gato (o el animal con el que convivamos) en esos recuerdos, especialmente en un siglo en el que parece que estamos despegando en materia de bienestar y protección animal.

¿A los perros les gusta disfrazarse?

No obstante, debemos de pensar si nuestros animales de compañía se sienten cómodos o no con esos disfraces que le ponemos. La etóloga Alexandra Horowitx, autora de Inside of a Dog: what Dogs See, smell and Know (En el interior de un perro: qué ven, huelen y saben), lo tiene claro: "Al perro no le gusta".

"Para un perro, un disfraz ajustado alrededor del estomago y la espalda podría reproducir el sentimiento ancestral de los lobos, cuando se colocaban unos sobre el cuerpo del otro, a modo de regaño", explica en una entrevista para el New Yorker.

Horowitx también cuenta, con una comparativa bastante clara que para los perros llevar ropa es como para nosotros ir un día al trabajo prendas menores. "Socialmente y físicamente sería incómodo", detalla.

No obstante, la propia etóloga reconoce que vestir a nuestros perros y disfrazarlos también puede tener repercusiones positivas: "No es algo completamente tortuoso para nuestros animales de compañía, ya que metiéndose en una calabaza o convirtiéndose en un perrito caliente gana algo valioso, nuestra atención. Y hay pocas cosas tan nutritivas para un perro como la atención de su tutor".

Por otro lado, el etólogo y veterinario Óscar Guevara explica en una entrevista a la revista Compensar, que no tiene nada de mano disfrazar a nuestros compañeros peludos, siempre que lo hagamos de una manera adecuada, es decir, pensando en su bienestar.

"Si el animal desde su periodo de desarrollo ha sido socializado a hacer este tipo de prácticas puede llegar a ser buena idea, pero aquellos que no, pueden generar comportamientos de ansiedad", afirma. "Hacerlo sobrepasando los límites se puede considerar maltrato".

Claves para disfrazar a nuestros peludos sin situaciones de estrés

Al final, disfrazar por completo o ponerles complementos a nuestros animales de compañía es una cuestión de sentido común. Tendremos que hacerlo de forma progresiva, ver cómo reacciona nuestro compañero de cuatro patas y descartar cualquier disfraz que le haga sentir incómodo, por muy adorable que parezca con él.

¿Cómo podemos conseguir que nuestro perro o gato no rechace el disfraz que hemos escogido para él? Aquí van algunos consejos:

  • Antes de colocarle un disfraz o un complemento (ya sea un collar más grande de lo habitual, un sombrero o un pañuelo), deja que el animal interaccione con él durante unos días. Que lo huela, que lo muerda, que sienta su textura con el hocico y las patas... Esto ayudará a que se familiarice con él.
  • Refuerza positivamente las veces que le coloques el disfraz o complemento y no se lo intente quitar. Por ejemplo, ofrécele su snack preferido cuando le pongas el traje.
  • Si logras que tu compañero peludo se habitúe al traje, asegúrate que cuando lo lleve puesto no le incomoda físicamente, es decir, que no le apriete demasiado y no le permita respirar bien, que no le quite visión o que no le permita una movilidad normal.

Sabiendo todo esto, solo nos queda comprobar que, efectivamente, nuestros peludos están cómodos con los disfraces que hemos preparado para ellos, algo que nos harán saber a través de sus propios lenguajes.

En el caso de los perros, si se relame mucho, bosteza, se sacude o gruñe, serán claras señales de que siguen sin querer ponerse el traje. Por otro lado, si un gato se siente igual, nos lo hará saber a base de gruñidos, bufidos o acicalarse excesivamente.

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