A pocas horas de San Juan, las familias con animales y personas con sensibilidad a ruidos se echan a temblar. Un año más, la pirotecnia sonora sigue siendo un problema para aquellos perros (una amplia mayoría) que no gestionan bien los ruidos intensos e imprevistos.
Si hemos llegado, a estas alturas, sin una asesoría por parte de etólogos y educadores caninos, tocará confiar, principalmente, en nuestro veterinario, quien puede darnos una medicación para que estos días sean más llevaderos. Sin embargo, si no estamos atentos, puede ser peor el remedio que la enfermedad. Para evitar que un relajante muscular empeore, aún más, la verbena de San Juan, vale la pena saber la diferencia entre las distintos tipos de medicaciones.
Cuándo y por qué dar medicación
La medicación es una opción para que los perros con miedo a los petardos y ruidos intensos puedan controlar sus niveles de estrés, ansiedad y gestionar mejor el sonido.
De este modo, tu perro o gato no percibirá con tanta intensidad el sonido y, además, vivirá la experiencia de forma menos potente. Quizá sería pasarnos decir que "estará relajado", pero, desde luego, no estará tan estresado.
Por descontado, si convives desde hace varios años con tus animales, deberías tener una idea aproximada de cómo se comportan en estas situaciones y, a partir de aquí, tomar una decisión.
Para casos leves
Si se ponen un poco nerviosos, quizá es suficiente con cerrar puertas y ventanas, poner música o ruido blanco y ofrecer a tu perro compañía y apoyo, si te busca y parece necesitarlo. Muchos animales, en cambio, prefieren esconderse en una zona fresca, oscura y que consideran segura para pasar ese tiempo (el baño es un habitual). Si es así, deja agua, comida y una cama para que descanse ahí.
Si has trabajado con tu perro un trasportín, también puedes dejárselo abierto en un lugar seguro, con una toalla o varias telas por encima para intentar hacer un "efecto cueva" donde pueda refugiarse.
Los nutracéuticos, es decir, los componentes naturales que podemos administrar en formato de pastilla, como el L-triptófano (precursor de la serotonina), la L-teanina (aminoácido que produce efectos calmantes) o las vitaminas del grupo B (que ayudan al correcto funcionamiento cerebral), entre otros, pueden ayudar a gestionar mejor episodios de estrés y ansiedad
Para casos graves
Por el contrario, si tu perro no deja de ladrar, llorar, correr y deambular cuando escucha el sonido de un petardo, es probable que debas plantearte hablar con un educador o un etólogo. Mientras, coméntale a tu veterinario la posibilidad de medicarlo para que gestione mejor estas situaciones.
A modo orientativo, deberías huir de antipsicóticos sedantes como Calmosedan (acepromacina; apenas recetado ya para el miedo a petardos) y Calmivet, un ansiolítico perteneciente también al grupo de las fenotiacinas con efectos sedantes.
No poder moverse da todavía más miedo
En muchos casos, las clínicas suelen utilizar derivados fenotiacínicos, benzodiacepinas (acción sedante y relajación muscular) y agonistas alfa 2 adrenérgicos.
El problema de optar por medicación que "inhibe" o dificulta el movimiento en los animales es que el perro puede seguir sintiendo miedo, pero no puede expresarlo ni moverse.
¿Cómo te sentirías tú ante algo así?
Probablemente, al no poder responder como te lo pide el cuerpo, tu miedo aumentaría. Esto es algo común cuando optamos por relajantes musculares: si bien pueden acompañarse de propiedades sedantes y tranquilizantes, no siempre dan el resultado deseado.
Así, si decidimos medicar a nuestros peludos, debemos estar seguros de que la elección del medicamento es adecuada y, por ello, es bueno informarnos entre las distintas opciones y dejarnos guiar por los expertos en veterinaria.
Si tu perro se muestra inseguro o suele reaccionar de forma reactiva (intenta huir, ladra continuamente, se agita...), te recomiendo evitar medicamentos que se centran en impedir la expresión del a conducta.
En estos casos, el perro puede acabar viviendo un episodio traumático en el que todo de cosas horribles pasan a su alrededor, pero su cuerpo no le responde ni puede hacértelo saber. Cuando lo explico, y con las mil diferencias entre ambos casos, suelo hablar de la película Despierto (2007), donde un paciente sufre "percepción intraoperatoria" y se da cuenta de todo lo que está sucediendo en el quirófano.
Para casos muy graves
A menudo, cuando las benzodiacepinas y las fenotiazinas no ofrecen el efecto deseado, el veterinario puede recomendarnos agonistas 𝛂2 adrenérgicos, que complementan la sedación y la relajación muscular con cierto grado de analgesia, o bien realizar cambios en la medicación.
Los antagonistas 𝛂2 adrenérgicos son, probablemente, una de las soluciones más prometedoras (en formato de medicamento) para los episodios de estrés relacionados con ruidos, y distintos estudios actuales así lo han confirmado (como este, y este otro).
Es el caso de Sileo, por ejemplo, a diferencia de Calmivet o Calmosedan por ejemplo, se administra en formato de gel en boca (entre la encía y la mejilla) y puede aplicarse varias veces, funcionando muy bien para tratar miedo y ansiedad por fobia a ruidos.
En casos graves y muy graves, no obstante, deberíamos valorar el trabajo de una terapia de modificación de conducta con profesionales, con el objetivo de ayudar a los animales a tolerar mejor esas experiencias e incluso a darles herramientas para estar más tranquilos, relajados o sobrellevar mejor los episodios de estrés.
Por último, ninguno de los medicamentos aquí citados debería administrarse sin consultar con un veterinario y analizar de forma personalizada cada caso, puesto que es probable que las soluciones estándar puedan funcionar para una amplia mayoría de perros, pero se requiera de un diagnóstico personalizado para el resto.