Hazme un favor, ¿vale? Sal a la calle hacia el mediodía, pon las manos desnudas en el asfalto y aguanta. ¿Qué tal? ¿Cuánto puedes mantener la mano ahí sin quemarte? Como ves, sacar a pasear a tu perro en verano trae algunas contraindicaciones que no siempre tenemos en cuenta.
Este 2022, hemos sufrido dos olas de calor, superando de lejos los 35 y los 40 grados en muchas provincias. ¿Sabes a qué temperatura estaba el suelo estos días? El meteorólogo Mario Picazo compartía un mapa de la península con valores superiores a 50 y hasta a 60 grados. Si estás dudando: sí, un perro a esas temperaturas se está abrasando las almohadillas y corre riesgo de sufrir un golpe de calor mortal.
Cinco segundos lo cambian todo
El ejemplo anterior se conoce como la regla de los cinco segundos. Se resume en algo muy simple: pon la mano en el suelo antes de sacar a pasear a tu perro en verano; si te quemas en cinco segundos o menos, busca otra hora para salir a pasear
Quizá estás pensando: "Vale, las almohadillas son delicadas", pero le pongo unas botas, las mojo o las protejo con una crema protege-almohadillas... ¡Sigue sin ser buena idea! La realidad es que, si a ti no te apetece salir a pleno sol, a tu perro tampoco. El contexto sigue siendo peligroso pese a una buena hidratación, paseos por zonas ajardinadas o limitar el ejercicio.
Si la regla de los cinco segundos nos chiva que mejor no salir, se suprime o se reduce el paseo a una salida higiénica para hacer pis y caca. No solo previenes posibles quemaduras o grietas en las almohadillas, sino también episodios más graves de estrés, ansiedad y, sobre todo, golpes de calor.
Adaptar los paseos a la época
Antes de verano, suelo recomendar a mis clientes que empiecen a cambiar las rutinas de sus perros: así, cuando llega el calor, pueden alargar los paseos a primera hora de la mañana y a última hora del día (casi siempre, aquí tenemos más tiempo) y reducir o evitar paseos desde la media mañana hasta el final de la tarde.
Es igual de importante que un perro pasee varias veces al día como que estos paseos estén adaptados a su edad, estado de salud y época del año: así, en invierno podemos extender los paseos en las horas en las que el sol alivia un poco del frío y, en verano, intentaremos siempre hacer todo lo contrario, y rehuir las horas más sofocantes: con especial cuidado, además, si convivimos con cachorros y perros sénior.
También resulta muy importante:
- Evitar las horas de más calor o caminar a pleno sol: siempre
- Buscar zonas verdes o ajardinadas que no acumulan tanto calor en el suelo
- Favorecer los paseos por espacios con agua para que se refresquen e hidraten, como lechos de ríos o zonas con fuentes públicas
- Evitar caminar por el cemento y el asfalto de la calle o, si no es viable, moverse por aquellos puntos donde toca menos el sol
Algunos extras para refrescar a tu perro
Una buena costumbre es sumar una pequeña mochila con agua fresca al paseo, tanto para que ambos podáis beber como para refrescar al perro. Durante los meses de calor, mójale siempre las almohadillas, el hocico o la barriga, pero nunca la zona de la cruz: con altas temperaturas, el cambio térmico puede generar vapor que hará justo el efecto contrario.
Estos últimos años, han cogido fama los chalecos o arneses refrigerantes, que ayudan a regular la temperatura corporal de los perros a través de un sistema de evaporación que funciona con agua fría. Una buena opción, sin lugar a dudas.
En cualquier caso, recuerda siempre que la prevención, como suele ser habitual, es la mejor opción aquí: está genial que utilices chalecos refrigerantes y mantengas a tu perro hidratado, pero, sobre todo, evita las horas de calor y el ejercicio de alta intensidad en esta época.