Cuando llega la temporada otoño-invierno, muchas familias empiezan a dudar sobre un plan que podríamos resumir en: ¿puedo llevarme el perro a la nieve? Y sí, los perros pueden ir a la nieve. Es más, muchos perros disfrutan mucho de la montaña, con y sin nieve.
Sin embargo, es un grave error (por lo menos, un riesgo) coger a un perro que nunca ha estado en alta montaña y llevárnoslo. Quizá un husky siberiano o un malamute son una apuesta (casi) segura, pero habrá otras razas que no tienen por qué estar tan adaptadas, individuos a quienes no les gusta ese ambiente y precauciones que es bueno tomar.
Dicho esto, vamos a ver cómo evitar las pésimas ideas y asegurar el tiro.
Antes de visitar la nieve con nuestro perro...
Lo principal será siempre entender que hay una serie de razas que han sido seleccionadas genéticamente para adaptarse a un ambiente de nieve. En estos casos, la adaptación de los perros nórdicos al clima, por ejemplo, es más compleja cuando viven en ciudades mediterráneas, por ejemplo, y, en cambio, en alta montaña se sentirán como en casa.
Aun así, como recomendación, resulta interesante realizar exposiciones breves, es decir, salidas de un día o dos, por ejemplo, en los que podemos valorar cómo se comporta el animal y si se encuentra a gusto, adaptado y feliz en el entorno. Como explica Raymond Coppinger, en su libro Cómo funcionan los perros: la genética predispone, pero no define.
Cómo funcionan los perros: Forma, función y conductas emergentes
Dicho de otro modo, entre un carlino y un pastor alemán, el segundo probablemente se adaptará mejor que el primero a la alta montaña, pero no con la facilidad de un husky siberiano. Aun así, aunque la mayoría de los huskies no tendrán ningún problema para adaptarse, puede existir un porcentaje que, por experiencias vividas o desarrollo del individuo, tampoco les guste la nieve. Es raro, pero posible.
Los contras, por regla general, vienen ligados a las dificultades concretas que suponen el hielo o la nieve para algunas razas e individuos: frío, sensibilidad en las almohadillas, humedad e incluso hipotermia.
Para evitar esto, debemos:
- Utilizar productos protege almohadillas o botas para perros, que mejoren el agarre y eviten que se agrieten: a menudo, esto es útil para evitar que los perros entren en contactos con la sal utilizada para deshacer la nieve
- Optar por incluir ropa de abrigo, para aquellas razas no adaptadas a un entorno de nieve: priorizaremos los abrigos que cubran de la cruz hasta el inicio de la cola. En este caso, vale la pena invertir en una prenda más cara si conseguimos mantener al perro seco y caliente.
- Además, si el perro viste ropa de abrigo, la retiraremos y secaremos cuando no estemos al aire libre y evitaremos siempre que el pelo y la piel del perro queden húmedas. También vigilaremos si la trufa o las almohadillas están secas o agrietadas.
Por último, cualquier producto o prenda será necesario asociarlo con experiencias positivas antes de subir a la nieve, puesto que si los perros no se han acostumbrado con anterioridad, puede ser difícil que toleren un abrigo o unas botas. Para ello, relacionaremos las manipulaciones y las prendas con comida y caricias, adaptando el proceso de habituación a las necesidades de nuestros perros.
Cuando llevarte al perro... es una decisión pésima
La mayoría de los perros pueden acompañarnos sin excesivas complicaciones a la nieve. Como ves, se trata de adaptar su ropa de abrigo, si es necesario y controlar la exposición al frío (recuerda: muchos perros sufren riesgo de hipotermia cuando se les moja el pelo, el manto, con la nieve y pierde su capacidad de aislamiento).
En perros ancianos, muy jóvenes y, sobre todo, de pequeño tamaño, algunas situaciones habituales, como la reducción de glucosa en sangre (el organismo consume más energía para mantenerse caliente), los temblores o la falta de actividad deben controlarse. A medida que aumentan los tiempos de exposición a la nieve, también deberemos vigilar la exposición de la cola, orejas, almohadillas u órganos sexuales del macho para evitar posibles congelaciones.
Los casos más graves, como un descenso de la temperatura por debajo de los 35º C o un coma obligarán a tratar de recuperar la temperatura corporal del perro (manta, prendas de abrigo) y llevar a nuestros amigos peludos a un centro veterinario de urgencia.
En su mayoría, todos estos son consejos sencillos que deberíamos poder seguir con relativa facilidad. Ante cualquier duda, pecar de exceso (menor exposición, colocar botas, acostumbrar a un abrigo, estancias más breves) siempre será menos problemático que por exceso, que supone un riesgo.
Del mismo modo, tampoco son buenas ideas:
- Exponer al perro a experiencias muy estresantes o desconocidas: que tu perro sea un husky, un samoyedo o un perro esquimal no hace que sepa hacer mushing o pueda correr detrás de tus esquís por arte de magia
- Confiar ciegamente en la motivación del perro: perros de trabajo, como un malinois o un border collie, pueden seguir tu guía incluso encontrándose mal, lo que es muy peligroso
- Exponer a tu perro sin control a la nieve: un chihuahua o un pinscher no deberían pisar la alta montaña, probablemente, pero si lo hace debes tomar todas las precauciones y adaptar su día a las necesidades (salidas cortas, abrigo, etc.)
En conclusión, las razas seleccionadas para la nieve tendrán un altísimo porcentaje de adaptarse sin problemas, pero eso no debe ser excusa para perder el miedo a la nieve (a la naturaleza, en general). Por el contrario, los perros que van a visitar una montaña helada por primera vez deberán ser supervisados más de cerca, ayudándonos de material contra el frío y de los consejos que hemos recordado a lo largo del artículo.