"España está todavía en pañales en temas de educación canina". Si me pagaran diez euros cada vez que un profesional del sector canino me dice esto o algo similar, ahora sería rica. ¿Por qué parece que se nos atragantan tanto las asignaturas de bienestar y educación animal a los españoles?
El mercado ha crecido en las últimas décadas: es un hecho que no nos preocupamos de la misma forma de nuestros animales de compañía como lo hacíamos hace veinte o treinta años y, sin embargo, todavía aquellos que se dedican a educar a nuestros perros siguen diciendo que no es suficiente.
No he tardado en darme cuenta de a qué se refieren desde que vivo en Londres, concretamente en un pueblo al sur de la capital (no lejos del centro) donde, además de dedicarme a escribir, trabajo de dog-sitter (canguro canino) y asisto a diferentes eventos caninos alrededor de Reino Unido.
La sociedad inglesa tiene una educación muy diferente de los animales y, concretamente de los perros, a la que tenemos los españoles. En Londres los niños no tienen permitida la entrada a bares o pubs a partir de las ocho de la tarde, mientras que los perros son bienvenidos a la gran mayoría de los establecimientos, empezando por los bares y, continuando por el tren.
Mientras que en España estamos todavía con un proyecto piloto para permitir y ver cómo gestionar los viajes con perros en trenes de media y larga distancia, en Inglaterra puedes moverte por todo el país con tu perro en cualquier tipo de transporte público y hasta tiene permitido ir sentado a tu lado en el asiento. Pero, ¿por qué ocurre esto? Es una cuestión de educación, canina y humana.
Los tutores de peludos con los que he trabajado (varios de ellos regulares) son personas muy concienciadas con el bienestar animal, sus cuidados y, también, sus necesidades. La mami humana de Fleur, una cachorro de Dóberman de casi un añito, nada más llegó la perra a casa (con cinco meses) contactó conmigo en busca de un cuidador regular que pudiera hacerse cargo una mañana a la semana de su nueva compañera de cuatro patas.
No quería dejarla sola en una época tan importante como son los primeros meses y, no solo eso, sino que tuvimos varias llamadas y quedadas antes de confirmar que la perra se quedaría en mi casa (no solo por fiarse de mí o no, sino por asegurarse de que la perra me conocía).
Y no solo eso, un mes y medio más tarde, la familia estaba buscando, además, un educador canino lo suficientemente bueno que les enseñara a comunicarse y a leer el lenguaje de Fleur. En su mente, este paso era fundamental e imprescindible, no concebían no contar con un educador canino que les ayudase, al menos, en los primeros meses. ¿Con cuánta frecuencia vemos este tipo de compromiso en España?
Esto no es un caso aislado, aunque no puedo aceptarlas todas, recibo entre cuatro y cinco solicitudes al mes de familias como la de Fleur, que por cualquier circunstancia (normalmente laboral) no pueden estar junto a sus perros (especialmente cachorros) y buscan a alguien para asegurarse de que están acompañados. Para los ingleses los perros son uno más de la familia y, de la misma forma que no dejarían a sus hijos pequeños mientras van a la oficina, tampoco lo hacen con sus perros.
Las adopciones no son sencillas
No obstante, que estén más concienciados no quiere decir que todos los ingleses sean unos defensores acérrimos de los animales. En Reino Unido también se abandona y también se adopta, aunque también existen diferencias claras entre los sistemas británicos y español.
Las asociaciones de protección animal y protectoras de Reino Unido no dan en adopción un animal a cualquiera. En el caso concreto de los perros, las fichas de adopción suelen ir acompañadas de extensos textos sobre el carácter y los problemas de comportamiento (si los hay, que suele haberlos) que traen consigo, así como los requerimientos para su futura casa.
No exagero si digo que el 80 por ciento de los animales que sigo y que he visto en adopción requieren de una familia sin niños y con una zona ajardinada donde el perro pueda moverse en libertad.
Los británicos se toman muy en serio las condiciones en las que van a estar los peludos adoptados, algo que, por supuesto, también ocurre en España pero... ¿Verdad que hay gente que piensa que los perros abandonados tendrían que regalarse en vez de cobrar la tasa de adopción?
En Inglaterra, rara vez puedes adoptar un perro por menos de 150 libras (unos 170 euros), una cifra que también comparten muchas asociaciones y protectoras españolas que me han hecho saber la cantidad de quejas o adopciones que se caen, debido al "elevado precio" (que, por otra parte, si pensamos en que los perros adoptados vienen esterilizados, vacunados y bien alimentados, esa cifra supera con creces la simbólica tasa de adopción).
En resumen, a España le queda todavía mucho por avanza como sociedad y por aprender de otros países, algo que también muchos profesionales o personas del sector animal también me aseguran que está ocurriendo. Estamos todavía en proceso de absorción de conocimientos de grandes educadores y etólogos internacionales que son gracias a los que avanzamos hacia métodos como el refuerzo positivo y con los que dejamos atrás métodos como el uso de collares de descarga eléctrica.
Avanzamos, despacito, pero lo hacemos hacia una sociedad que valore más a sus perros y, sobre todo, que sea más responsable al tomar la decisión de convivir y compartir su vida con ellos ya que, un perro no es un juguete y tiene necesidades que van más allá de un par de paseos diarios.