Todo lo que debes saber sobre la displasia de cadera, una patología común en labradores, perros pastores y mastines

Entre las enfermedades hereditarias más comunes en perros, la displasia de cadera es una de las más habituales, especialmente en razas como los Golden retriever, los Labradores, Pastores alemanes y el Mastín napolitano, entre otras. Puede aparecer en cualquier momento de la vida del animal, dificultando su movilidad y perjudicando a su bienestar. Pero ¿qué sabemos sobre ella?

"Se trata de una enfermedad multigénica y osteoarticular que puede ser hereditaria y degenerativa", explican los expertos veterinarios de la red de clínicas AniCura. "Existen diferentes factores que previenen que la enfermedad se desarrolle y, además, no tiene por qué ocurrir".

Algunas razas, como las mencionadas anteriormente, tienen más predisposición a padecer displasia de cadera, ya que se trata de una patología que afecta a razas grandes y medianas. Así que aquellos que tengan un perro de tamaño pequeño no deben por qué preocuparse, ya que es muy difícil que padezcan esta enfermedad.

También existen diferentes grados de displasia de cadera, por lo que puede que nuestro perro viva con síntomas leves durante toda su vida o que, por el contrario, termine con una luxación de la cabeza femoral (el caso más grave). Estos son los grados:

  • Grado I: nuestro compañero de cuatro patas no presentará a penas síntomas, ni se producen cambios degenerativos.
  • Grado II: podemos apreciar una leve subluxación lateral en la cabeza del femoral.
  • Grado III: nuestro perro sufrirá alteraciones degenerativas, desplazándose gran parte de la cabeza del fémur fuera del acetábulo.
  • Grado IV: el más grave de todos, cuando los cambios degenerativos son tan pronunciados que se produce una luxación de la cabeza femoral.

Qué síntomas debemos vigilar en estas razas

Al tratarse de una enfermedad degenerativa, los síntomas que los perros presentan cuando la padecen varían según su grado. Como lo que se produce es una malformación en la unión del fémur y la pelvis, lo más común es que le provoque a nuestro peludo problemas de movilidad (los cuales aumentarán según vaya avanzando la enfermedad).

Desde AniCuran enumeran algunos de los síntomas más comunes que tendremos que vigilar si tenemos una raza predispuesta a tener esta patología, como puede ser que nuestro perro no quiera correr, saltar o subir escaleras, cojera, mal equilibrio, poca movilidad en sus patas de atrás o la rigidez en la cadera, entre otros.

"Independientemente de los síntomas que presente el perro, suelen ser más evidentes según va avanzando la edad del animal", apuntas los veterinarios de la red de clínicas y hospitales. "Los síntomas de la displasia de cadera en perros pueden ser constantes o intermitentes".

¿Tiene tratamiento?

Al igual que con la mayoría de enfermedades degenerativas, cuanto antes sepamos que existe mejor, ya que tendremos más garantías de que cualquier tratamiento que podamos proporcionarle a nuestro perro, funcione. No obstante, hay que recordar que no existe ningún tipo de tratamiento o medicación que cure esta enfermedad y que, a veces, será inevitable la evolución de la misma.

Dependiendo de la evolución de esta patología y del grado de la enfermedad, cada perro requerirá de un tratamiento adecuado a sus características, de ahí que existan diferentes medios para paliar los efectos de la displasia de cadera.

Por ejemplo, si nuestro perro tiene más peso del que debería, lo que posiblemente le esté provocando un empeoramiento de la enfermedad, se pueden buscar tratamientos cuyo objetivo es disminuir el peso. Al reducirlo, el dolor también mejorará y podremos frenar un poco la progresión de la enfermedad.

Otro tratamiento habitual es el uso de antiinflamatorios como los corticoesteroides y las AINEs para tratar la displasia de cadera, aunque siempre tienen que estar recomendados por un veterinario.

También podemos optar por terapias nutricionales, que consisten en retardar la degradación de los cartílagos. Las vitaminas antioxidantes como la vitamina E y la C actúan en la protección de la matriz del cartílago, por ejemplo. También la metionina, la glutamina o la prolina contribuyen a la regeneración de los cartílagos.

Por lo tanto, si suministramos a nuestros perretes alimentos ricos en estas vitaminas de manera diaria o incluso suplementos alimenticios como el sulfato y la glucosamina, que también previenen el desgaste de las estructuras de la cadera, podremos ayudar a frenar la evolución de la displasia.

En el peor de los casos, si llegamos al punto en el que se produce una luxación de cadera, el tratamiento se centrará en recolocar la articulación o reducirla lo máximo posible. Esto es algo que debemos tratar ya que puede provocarle mucho dolor a nuestro perro, malformaciones e incluso la limitación extrema del movimiento.

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