¿'Pet influencers' o 'petsclavos'? ¿Hasta qué punto es ético monetizar a tu animal en redes sociales?

¿'Pet influencers' o 'petsclavos'? ¿Hasta qué punto es ético monetizar a tu animal en redes sociales?
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¿Son los animales (los 'pet influencers') mejores influencers que nosotros? Para algunas marcas, parece que sí. Aprovechando la conexión emocional que perros, gatos y otros animales tienen con las personas, muchas marcas están aprovechando para promocionar productos y servicios.

Tras varios años, los 'pet influencers' recorren el mismo camino que cualquier otro profesional del sector: amplían su público, ofrecen valor diferencial y... monetizan su contenido de distintas formas: desde los royalties en YouTube a las colaboraciones pagadas. Aquí empiezan a surgir las dudas: ¿son una buena influencia?

Negociazo, pero ¿es ético?

Con los números en la mano, nadie duda sobre la rentabilidad. Sin embargo, ¿es ético el trato que reciben esos animales? ¿Qué mensajes trasladan a sus seguidores? ¿Todo vale por la fama?

Había dos formas de realizar este artículo: la primera, era hablar sobre las principales prácticas que vemos en redes por las familias de 'pet influencers', la segunda era personalizar el mensaje poniendo el foco en algunas cuentas. Por último, podemos hacer una mezcla de las dos, y quizá descubrimos que en el término medio está la virtud. Y creo que ese mensaje también servirá para el tema que estamos tratando...

Marutaro Pet Influencer Embajador Japon

Los más famosos entre los famosos...

Allí donde hay más fama, se dice que suelen haber mayores excesos. Jiffpom, que falleció este 2022, es un buen ejemplo: 10 millones de seguidores en Instagram lo confirman. De igual modo, Doug The Pug aparece con mil y un trajes y disfraces distintos frente a platos de comida suculenta y en todo tipo de lugares. Nombres hay muchos: Grumpy Cat, quien también falleció, aunque las cuentas en redes siguen activas, Hamlet, el cerdito, el shina inu Marutaro, la samoyedo Maya o Sukii, la gata viajera.

Según la revista Yorokobu, en el fenómeno del 'petworking', se unen la creación de nuevas profesiones, un mensaje más emocional y menos agresivo y dudas éticas:

Son obedientes, tal vez demasiado obedientes. En otras palabras, los pet influencers son en realidad petsclavos.

Sin irnos a este extremo, sí que se perciben varias cosas preocupantes en este fenómeno: no saber qué hay detrás de las secuencias de vídeo y de las fotos, un notable abuso de las manipulaciones (tocar, poner ropa, mantener a los animales en equis lugar...) y, sobre todo, un claro antropomorfismo.

Seamos claros.

El animal, sea un perro, un gato o un zorro domesticado (como presentan a Juniper, que vive también con un mapache), tiene unas necesidades físicas y psicológicas que poco o nada tienen que ver con ser expuestos, vestidos y desvestidos u obligados a mantenerse quietos en una posición fija.

Por supuesto, el alcance de estas cuentas supone la creación de tendencias que pueden resultar peligrosas: incentivando la adopción de animales salvajes o normalizando conductas perjudiciales o antinaturales en los animales: como perros que hacen fiestas de disfraces, posan frente a un ordenador o promocionan productos.

Doug The Pug Cumpleanos 10

La proyección y los incentivos económicos son, por descontado, un plus para la vida de muchos de estos animales. Por el contrario, esperamos que una parte de ese tiempo dedicado a ellos, se centre también en aquellas cosas que aprecian y disfrutan de verdad: atención, caricias, aprendizajes o juego.

La diversificación también llega al sector

Aun así, las caras más conocidas no son las únicas y, poco a poco, los pet influencers y sus familias se han dado a conocer de múltiples formas. Por ejemplo, tenemos a Bunny y Stella, que han aprovechado un estudio de conducta animal para promocionar otras formas de comunicación humano-animal, o a Bran, que ha seguido sus pasos desde España.

Por otro lado, actores, políticos y músicos que comparten su vida con animales, como ocurrió con los perros de los presidentes Barack Obama (EEUU) o Alberto Fernández (Argentina) a actores y presentadores como Dani Rovira, Fernando Tejero o Jorge Javier Vázquez, que también suelen dar difusión en sus cuentas a sus compañeros peludos. Aprovechando su propio alcance, e incluso implicándose en proyectos animalistas.

También contamos con grandes divulgadores que se acompañan de sus perros para ayudarnos a crear una vida más equilibrada, como SrPerro,  Filosofía Animal o Habla con Ellos, si bien, en estos casos, y aunque se acompañan de sus perros y gatos, los influencers serían las personas detrás de la cuenta.

Lo mismo ocurre con santuarios de animales, familias de viajeros con animales y otras muchas que se dicen a mostrar su experiencia de vida a través de las redes.

Apoya bienestar

En un formato, como las redes sociales, que prioriza la estética, la viralidad de las imágenes y el impacto emocional, resulta complejo hacer valoraciones de bueno-malo, pero sería interesante, por lo menos, hacernos tres preguntas:

  1. ¿Se está priorizando su bienestar? En el caso de los animales salvajes, por ejemplo: ¿estaría mejor en un centro de protección si no puede volver a su entorno natural?
  2. ¿Creo que el animal disfruta de esas actividades? Como ir disfrazado, estar en medio de una aglomeración de personas o viajando por el mundo.
  3. ¿Son ciertos los mensajes que expresan, de forma directa o indirecta? ¿Los perros están hablando con botones o hay una explicación científica detrás? ¿Lo están pasando bien o su lenguaje nos indica que tienen miedo, estrés o ansiedad?

Por supuesto, podemos exponer a los animales a las redes sociales de una forma sana y segura: sin tratarlos como a personas, respetando sus gustos y necesidades y priorizando su bienestar. Pero ¿seguro que muchos de los 'pet influencers' lo tienen en cuenta? La respuesta te la dejo a ti.

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