Cuando decidimos adoptar, a menudo consideramos cambiar el nombre a nuestro nuevo colega peludo, pero dudamos sobre cómo puede afectar esto al perro. La realidad es que ellos se adaptan rápido a su nuevo nombre, a cualquier edad, si bien hay algunas cosas que podemos hacer para facilitar y acortar este periodo.
Si estás valorando cambiar el nombre a un perro, vale la pena que tengas presente unas cuantas indicaciones básicas que te ayudarán a hacerlo de un modo más sencillo y seguro.
Qué entiende tu perro por "nombre"
Lo que debes tener claro es que el perro asocia su nombre con una demanda de atención por tu parte. No se trata de una idea abstracta en la que "Argos", "Coco" o "Duna" identifican su propia individualidad con esas dos sílabas, sino más bien con un "me están diciendo que vaya allí" o "que esté atento" y, por regla general, también con aspectos positivos que suceden en esta misma secuencia de acontecimientos: me dan una chuche, caricias, atenciones...
¿Es posible que los perros cuenten con otros niveles de pensamiento? Quizá, pero no está probado. Lo que sí está probado es que los perros son buenísimos identificando su nombre, incluso en entornos ruidosos, lo que se conoce como el efecto fiesta de cóctel, que se ha estudiado a fondo, y cuenta con aplicaciones concretas para perros de servicio.
Empieza (ya) a usar su nuevo nombre
Por lo tanto, solo con empezar a utilizar un nuevo nombre y ser coherentes, el perro o la perra entenderá que estamos hablando de él o ella, y queremos conseguir algo.
¿Y si tu perro lleva 10 años llamándose Coco y has decidido rebautizarle? Por descontado, puedes hacerlo, pero vas a tener que armarte de un poco más de paciencia, que si has adoptado un cachorrito y al cabo de una o dos semanas, empiezas a llamarle de otro modo. En este segundo caso, lo entenderá mucho más rápido.
Aun así, hay unos cuantos trucos extra que puedes aprovechar. El uso de una entonación más aguda, por ejemplo, favorecerá que el animal se acerque hacia nosotros (en educación canina, solemos decir que los tonos graves paralizan, y los agudos generan conductas de aproximación), cuando podemos hacer caso e incluso premiar de vez en cuando.
Como educador canino, no veo nada malo en cambiar el nombre a un perro, e incluso lo recomiendo si el perro puede haber asociado ese sonido a malas experiencias: perros que han sido maltratados, abandonados, "nombrados" solo con la intención de castigarles o reñirles. Ahí, su nombre tiene un carácter negativo que vale la pena hacer desaparecer.
Por el contrario, no es recomendable cambiar el nombre cada equis tiempo, porque puede generar confusión y dificultar la capacidad de que el perro se "identifique" con un nombre concreto. También te ayudará escoger nombres cortos (2 sílabas, por ejemplo) y, si le vas a cambiar el nombre, puedes elegir palabras con un sonido parecido para hacerlo más fácil, aunque no sea necesario: es más sencillo que "Dana" responda a "Duna" que "Max" responda a "Argos".
Apóyate en la obediencia básica
Para facilitar y acelerar el proceso, puedes trabajar unas bases de obediencia. Así, cuando tengas algunas habilidades básicas, empieza a incorporar primero el nuevo nombre antes del comando ("Max, sienta"; "Max, tumba") para crear una asociación clara y precisa.
A grandes rasgos, se trata de utilizar su nombre y vincularlo con experiencias y recompensas positivas. Por esa misma razón, a menudo, si tienes que marcar un límite o reñir a un perro, suele no recomendarse utilizar su nombre, para que este no adquiera un carácter "negativo".
Tras unos días de entrenamiento, tu perro o perra debería empezar a responder de forma adecuada a su nuevo nombre y, poco a poco, lo hará más y más. Las recompensas, los mimos y la obediencia son un extra, pero piensa que, cuando le llamas, le vas a dar lo que un perro más valora en el mundo: ¡tu atención!