No hace mucho, mi compañera Inés López hablaba sobre por qué los perros y los gatos se llevan tan mal en libertad y tan bien entre cuatro paredes. La realidad es que su lenguaje corporal es contrario y las principales respuestas que darán en situaciones de activación y estrés, también se contraponen entre sí.
El gato saldrá corriendo, el perro activará el instinto de caza.
Traduciendo aquel "Como el perro y el gato..."
Sin embargo, cuando reduces las situaciones de estrés, ofreces una variedad notable de experiencias (sobre todo a los perros), creas un entorno seguro y das tiempo, la capacidad de adaptación y lectura de las señales de ambas especies, favorece la buena convivencia.
¿Cuál es el problema entonces? ¿A qué viene esa famosa frase de "como el perro y el gato"? Para simplificar el problema, que puede tener muchas causas (inseguridad, falta de socialización, malas experiencias anteriores, entornos poco seguros, presentaciones repentinas...), siempre les explico a los clientes un ejemplo muy sencillo.
Coge un perro. Coge un gato. Júntalos. El perro, en un gran número de ocasiones, intentará acercarse al gato; el gato intentará coger distancia; el perro activará el instinto de caza (algo "automático"), el gato realizará una conducta de evitación (huida). Después, estas conductas "se intensificarán".
La excepción a esta regla puede darse si juntamos a un perro y un gato durante las primeras semanas de socialización, donde el perro incluirá al felino dentro de su grupo social (esto es lo que se hace con los mastines y las ovejas, por ejemplo, y se conoce como troquelado). No obstante, esto también nos funcionaría con un perro y un pato, un pájaro o un hipopótamo bebé, o sea, no es una solución efectiva para lo que estamos explicando aquí.
Enseñando a convivir, cuando ya son adultos...
Por el contrario, si vamos a convivir con un perro y un gato adultos, lo mejor será establecer unas pautas y efectivas desde el principio. Hace poco, rescaté a una gatita de la calle que había perdido a sus cachorros y decidí presentarla con mis perros para poder tenerla en acogida.
Los primeros días, debido a su frágil estado de salud, la mantuve separada y busqué formas de que confiase en mí (aunque ya llegó siendo bastante sociable). Aproveché para empezar a presentar los olores de mis tres perros, para ello, cogí los collares de dos de ellos y una bandana que lleva la perra y se los dejé en la habitación de la gata; también cepillé a la gata y dejé el cepillo al alcance de los perros para que lo olisquearan bien. Premié las conductas de acercamiento frente a ese olor tanto en unos como en la otra, con salchichas, comida húmeda y pienso.
Al cabo de un par de días, empecé a hacer presentaciones a través de la puerta. Simplemente, dejé que la gata y los perros se olfatearan y felicité las conductas de curiosidad y acercamiento. Rápidamente, instalé una puerta de seguridad para bebés (y perros) y empecé a presentarlos a través de una valla: lo hice perro por perro, para no saturar a la gata.
Cuando hacemos presentaciones, vale la pena contar con un par de herramientas de seguridad: pueden ser la valla y el perro atado, el perro atado y con bozal, valla y bozal, etc. Aquí es importante que utilices algo de comida en el inicio, pero permitas, poco a poco, que los animales se acerquen, curioseen, intenten buscar contacto.
Con perros que actúan con mucha intensidad
Como ideal, el perro debería tener menos interés en el gato que el gato en el perro. Si tienes un perro que intenta ir directo hacia la gata, es importante que "modifiques" la distancia, el tiempo de las presentaciones o la intensidad de los estímulos (puedes entrecerrar la puerta, establecer una valla como límite, ofrecer comida de alto valor para que te preste atención a ti y no al gato en ese momento, etc.).
También vale la pena que el gato o la gata tenga espacios hacia donde coger distancia/escapar: fuera de la línea de visión, en altura (¡muy importante!), otras habitaciones... Esto también nos indicará cuándo existe interés por parte del felino y cuando estamos intentando correr demasiado. Una vez se toleren a cierta distancia, podemos empezar a reducir la separación entre uno y otro.
Cuando reduzcas distancia piensa en:
- Realizar aproximaciones laterales siempre que sea posible, ¡son menos agresivas para todos!
- No alargar mucho los tiempos de presentaciones: vale más la pena poco y bien, que mucho y mal
- Lo anterior también te permitirá evitar que los perros se frustren, lo que suele traducirse en ladridos, aumentar la intensidad de la conducta...
Las lateralizaciones o aproximaciones laterales es un "truco" que te servirá para presentar dos perros, poner el arnés a tu perro de forma más sencilla o, como en este caso, presentar de forma menos invasiva a un perro y a un gato. Si te fijas, cuando los perros quieren hacer acercamientos más relajado, rodean a la persona o al otro perro y no van de frente. El objetivo aquí debe ser el mismo, y puede ser buena idea ayudarte de comida para conseguirlo, siempre que no haya problemas de protección de recursos.
Con mis perros y la gatita, tras tres o cuatro sesiones breves, he conseguido tolerancia y respeto. Esta es la base. No buscamos que se quieran con locura, sino que se toleren y acepten. El resto puede venir, o no venir. Por descontado, la línea genética puede hacer más fácil o más difícil este proceso (no es lo mismo presentar la gata a un podenco que un mastín).
Lo importante es contar con un espacio de seguridad para separar y poder establecer el ritmo que los animales necesitan. Si intentamos fijar una velocidad, nos daremos cuenta de que ellos tienen otros planes: esto puede ser bueno y, a menudo, comprobamos que es un proceso mucho más rápido de lo que imaginamos, o puede ser malo, y necesitar semanas.
Vale la pena recordar que estamos sentando las bases para el medio y largo plazo, por lo que no debería preocuparnos si tardamos tres días o tres semanas. En casos difíciles, no obstante, buscar asesoría de un educador canino o felino puede ser clave para facilitar el proceso.
Por último, igual que no dejaría a dos perros sin un buen vínculo solos sin supervisión, tampoco lo haría con estos perros y la gatita. Por lo tanto, a medida que se van conociendo y creando lazos afectivos, será posible confiar en sus respuestas. Tampoco recomiendo en absoluto tratar que "se entiendan" sin intervención, lo que puede llevar a malas experiencias y asociaciones que nos costará mucho más controlar y modificar; sobre todo, si han sido negativas para ambos y han ocurrido varias veces.
Si estás creando una buena convivencia para perros y gatos, ¡espero que estos consejos te ayuden a acelerar un poco el proceso! ¡Ya verás como vale mucho la pena!
Fotos | Javier Ruiz