Vasectomía para cotorras: la nueva esperanza para no tener que matar a las aves invasoras de Madrid

Vasectomía para cotorras: la nueva esperanza para no tener que matar a las aves invasoras de Madrid
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La cotorra argentina y la cotorra de Kramer se han convertido en un verdadero problema en muchos municipios españolas. En el sur de Madrid, la sobrepoblación se ha convertido en un verdadero dolor de cabeza.

Sin embargo, no hay estudios sobre el impacto real de estas aves. Según la Sociedad Española de Ornitología (SEO), la cotorra argentina compite por la comida con especies autóctonas, caza huevos y pollos de aves más pequeñas (como el mirlo), daña cultivos y vegetación, genera problemas de ruido y desplaza a otras especies.

En 2015, el informe de cotorras argentinas y de Kramer de SEO/Birdlife apuntaba más de 20.000 ejemplares en el país. Entre las ciudades de Barcelona, Madrid y Málaga, se habían realizado los avistamientos de un 80 % de las cotorras, pero los ornitólogos, hoy, consideran que este número debe ser muy, muy superior.

La polémica ha ido creciendo ante la negativa de organizaciones como SEO/Birdlife a utilizar piensos esterilizantes, que pueden afectar a otras especies, así como el uso de medidas letales que defienden un modelo con el que numerosos colectivos animalistas no están de acuerdo.

Cotorra de Kramer - árbol, rama

Pero ¿cómo se actúa frente a este problema? Según el capítulo III de la Ley 42/2007, de 13 de diciembre, del Patrimonio Natural y de la Biodiversidad, se espera que ante la inclusión de las cotorras como especies invasoras, deban controlarse las poblaciones de forma preventiva y, cuando esto no sea posible, mediante métodos de control poblacional diversos: desde el uso de trampas y la modificación de hábitats hasta el control de fertilidad, la destrucción de nidos (algo que SEO/Birdlife no recomienda debido a la dispersión) o la caza, pura y dura.

En Madrid, concretamente en Alcorcón, Pinto, Móstoles, Fuenlabrada, Parla, Getafe y Leganés, se han planteado ir un paso más allá. Dejar las trampas y los rifles de lado e, impulsados por el Ministerio de Derechos Sociales y  Agenda 2030 realizar, realizar un control ético mediante la vasectomía de las cotorras macho y la esterilización de los huevos.

Este proyecto que ya ha salido a licitación en el Ayuntamiento de Pinto, tiene el objetivo paralelo de realizar un análisis de campo para analizar el comportamiento de las especies (la cotorra argentina, Myiopsitta monachus; la cotorra de Kramer, Psittacula krameri) y su relación con el gorrión común (Passer domesticus). Además, se aprovechará para hacer un censo poblacional de las especies y ver cómo estas afectan al entorno, tanto a nivel de vegetación como de comportamiento.

Prohibido adoptarlas, excepto en Almería

No es la única iniciativa ética. Almería planteó hace un año un proyecto similar basado en el control ético y la adopción responsable. El plan consiste en censar a las cotorras, capturarlas y esterilizar a los machos. Los ciudadanos almerienses pueden entonces comprometerse a cuidar y responsabilizarse de un ejemplar. De momento, hay lista de espera para adoptar una cotorra tras la "avalancha de llamadas" que ha recibido el Ayuntamiento mientras no acaban de ejecutar el proyecto.

Adoptar una cotorra invasora en cualquier otro caso o lugar está prohibido.  Hay organizaciones animalistas que ni siquiera están de acuerdo en que las realojen en casas con humanos, sino que proponen la habilitación de espacios de semilibertad o el retorno a los espacios naturales frente a la vida en cautividad. La solución que se plantea para los municipios madrileños va más en esta línea.

Palomas Cotorras Angel Sastre Martinez
Foto: Ángel Sastre Martínez

De este modo, la vasectomía y la esterilización pueden ser claves para controlar poblaciones de especies exóticas o invasoras, como las cotorras argentinas y de Kramer, y también los jabalíes, grave preocupación en Cataluña, donde los modelos tradicionales no han evitado la sobrepoblación y con los que cada vez más gente está en desacuerdo. En el caso de las cotorras, además, toca entonar el mea culpa como sociedad, pues su descontrol ha sido debido a la venta, posesión y tenencia (irresponsable) hasta su prohibición en 2011.

Se abre un frente más de la lucha entre ecologistas y las demandas sociales tan común en las colonias felinas. Por ahora,  las medidas éticas para salvar a las cotorras son una esperanza más. Pronto, quizá, se convierten en un método eficaz para enfrentar otro de los grandes peligros de la globalización.  El tiempo nos lo dirá.

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