Viajar con nuestras mascotas, o compañeros, o amigos peludos ha tenido su propio "boom" en los últimos años. Muchos perros (que no todos) disfrutan d estos viajes, salidas y experiencias gracias a su adaptabilidad y naturaleza social, pero ¿qué ocurre con los gatos más allá de los cuatro ejemplos virales (de gatos viajeros) que vemos en Instagram?
Los felinos, independientes, rutinarios y territoriales, no suelen disfrutar igual de estas escapadas, que incluso pueden afectar a su bienestar. Un cambio de entorno suele ser visto, por ellos, como una experiencia más estresante, debido al cambio de territorio y la pérdida de un entorno familiar, que puede traducirse en malestar, estrés, maullidos, pérdida de apetito o timidez: todo ello, muy vinculado a la ansiedad.
Puede afectar a la salud del gato
El principal problema de llevarnos a un gato de vacaciones es que vamos a hacerle abandonar su entorno, que es ese espacio que le da seguridad. A la mayoría de los canes, esa seguridad se la transmitimos, en gran parte, nosotros (si bien también necesitan un entorno seguro, etcétera), mientras que los gatos requieren de un espacio conocido, una rutina establecida (sin cambios repentinos, con unas bases fijas que también otorgan seguridad). Quitarles esto, va a suponer malestar y va a confundir al felino, incluso aumentando la posibilidad de que se desoriente, trate de escaparse o se pierda.
Si estamos muy interesados en vivir experiencias y viajar con nuestros gatos, será básico comprender, primero, las limitaciones del individuo (¿es sociable? ¿es tímido? ¿le gusta la gente? ¿nos planteamos enseñarle a pasear con arnés y correa?); segundo, el tiempo del que disponemos: por descontado, los gatos pueden aprender y mejorar sus herramientas para gestionar el entorno y las nuevas experiencias. En tercer lugar, no será lo mismo contar con un gato acostumbrado a viajar en trasportín e ir del punto A (un piso) al punto B (segunda residencia), que tratar de conseguir que nuestro gato viaje con nosotros de mochilero.
Las dificultades propias del viaje
En relación con este punto, también contamos con problemas logísticos, que no siempre tenemos presentes. El primero será el transporte, que requerirá de un espacio adecuado para moverse y un lugar en el que dormir. Limitar el espacio en el que un gato puede estar y moverse, puede afectar a su calidad de vida durante el viaje. También debemos tomar en consideración aspectos menores, como la vacunación y la desparasitación, que no deja de ser habitual, o que es posible que haya zonas donde el animal tenga que pasar una cuarentena.
Por último, no es muy habitual que los gatos "disfruten" de la exploración y la experiencia que supone un viaje. Si bien los gatos sin esterilizar cuentan, en la naturaleza, con amplios territorios que triplican el de las hembras, no son animales que cambien de lugar sin una buena razón, y tampoco es la vida a la que solemos acostumbrar a nuestros felinos.
Centrado en el bienestar de tu gato
Si te enfocas en el bienestar de tu gato, la mejor opción es un servicio de catsitting o cuidados a domicilio por parte de un cuidador profesional. Así, el gato puede permanecer en su entorno, sin cambios en su rutina ni experiencias estresantes: algo que será mucho más cómodo y seguro para él o ella.
Además, tienes la posibilidad de presentar y generar un vínculo afectivo durante los días o las semanas previas a tu viaje, sabiendo que tu gato estará cuidado y atendido en un entorno seguro y cómodo.
¿Siempre es una mala idea viajar con tu gato? Aunque no guste generalizar, esta pregunta casi admite esa generalización. El gato es un animal territorial y de costumbres, que no cuenta con la flexibilidad de un perro. Así, priorizar su bienestar es "dejar que se quede" y buscar cómo puede mantener los cuidados que necesita. Y no, pese a la creencia popular, los gatos son sociables y tampoco aceptan bien días enteros sin contacto con nosotros.