Hay mucha información sobre cómo acariciar a un perro y saber si le gusta. También sobre cómo asociar las caricias a algo positivo, reducir el miedo a la calle o asegurar una buena presentación entre canes. Pero nadie nos prepara para esa gente que toca perros sin preguntar, sobre todo, si tenemos un perro con miedo, inseguridad, frustración o conductas desadaptadas (voy a usar este término, porque como suelo explicar hay cosas que para el perro tienen mucho sentido, pero no vemos bien).
En mi trabajo como educador canino, (además de mucha gente "normal") me he encontrado desde personas que no aceptan un "no" por respuesta a espontáneos que te agarran a un perro que no han visto en la vida y lo levantan por los aires para saludarlo. Todo ello, tiene una víctima que no tiene culpa de nada: el perro.
NO-LO-HAGAS
¿Sabes eso que suele decirse de las personas: que cada una lleva a cuestas su propia historia personal, que no prejuzgues, ni supongas, etcétera? Aplícalo a los perros. Cuando vemos un precioso pastor belga, border collie o mestizo simpatiquísimo, no tenemos ni idea de cuál es su carácter ni su historia personal.
Quizá ese perro que tienes delante no sabe presentarse bien a otros perros o a personas desconocidas, quizá está trabajando un problema de miedo, que acaba en huidas a toda velocidad hacia el portal de su casa o mordiscos todavía más rápidos o, probablemente, no ocurre nada de nada, y te saluda contento, feliz, afable. Incluso en este último caso, creo que es de buena educación dirigirnos hacia su responsable, igual que haríamos (o deberíamos hacer) con un niño pequeño.
De cualquier modo, cualquier mala experiencia para ambos se soluciona de un modo muy, muy sencillo: preguntando. Es tan simple como no hacer nada (y te lo dice alguien que, probablemente, pueda saber casi con total seguridad cuál será la reacción del perro: ese casi y la educación son suficientes para que sea el primero en no hacerlo nunca) y preguntar: "¿Puedo saludar a tu perro?"
Después de preguntar...
A partir de aquí, se abren un montón de escenarios, pero tendrás la información suficiente. Te pueden decir que sí, que no, o que tú mismo, pero, y ya decides.
El problema es presuponer que un perro no es un ser que siente, piensa y realiza conductas y creer que todos ellos se van a comportar con el ideal de Disney al que nos han acostumbrado. Pondrán la cabecita, les darás tres palmaditas (por cierto, eso no les gusta a los perros: ¡tampoco lo hagas!) y se colocarán panza arriba.
La realidad es que puede que el perro te ponga las patas encima para captar más información, te rehúya la interacción, te ladre porque te acercas de forma muy directa e incluso que se active y te pida juego o atenciones. Es un perro, no un robot.
Que no lo pone claro acaso???? pic.twitter.com/E8MCWNGXLY
— ⚔️Skyripa ⚔️ (@ronarru) December 6, 2022
Sin embargo, no son dos casos puntuales los que, ante situaciones que no se desarrollan como esperamos, nos enfademos, frustremos e incluso recriminemos a los guías. Un perro debe aprender a comportarse, pero no debe aguantar cualquier interacción: no tiene por qué aceptar que un extraño lo coja, o lo manipule con las manos, o le invada su espacio personal. También puede estar aprendiendo pautas educativas, y todavía no entender que hay cosas que no puede hacer, como morder una prenda o ensuciarte la ropa.
Empatía, sobre todo, empatía
En cualquier caso, este artículo va por todas esas pobres familias con perros que están trabajando problemas de conducta.
Guías y tutores que incluso han comprado collares y arneses con un "NO TOCAR" en mayúsculas, con perros y perras que llevan pañuelos de color amarillo o rojo indicando que requieren su espacio, y que se encuentran con la incomprensión de sus vecinos.
Si te gustan los perros, es importante que:
- Ayudes a perros y tutores a disfrutar de paseos equilibrados: si quieres acercarte a un perro, empieza por dejar espacio, fíjate en si viste elementos informativos y pregunta siempre antes
- Aprendas de lenguaje canino, para realizar acercamientos ladeados, menos invasivos, y entender cuándo el perro quiere acercarse a ti y qué te está diciendo en cada momento con su mirada, posición corporal y su cola
- No hace falta que saludes a todos los perros del mundo: en serio, a muchas personas nos gustan los perros, pero no a todos los perros les gustan las personas, y aun así: ponte en la piel de su familia...
Convivir con un perro con problemas
Para este artículo, consideré que resultaba interesante conocer de primera mano los problemas de algunos guías con perros con miedo, reactividad o dificultades para interactuar con extraños.
Las quejas mayoritarias se relacionan, principalmente, con la falta de empatía. Ante un no, es habitual preguntar: "¿pero muerde?" y, ante una negativa, la persona se decide a tocar al perro, por lo que muchas/os guías terminan mintiendo, aunque no sea un problema de agresividad o reactividad.
También son habituales las contestaciones como "ponle un bozal", "para qué tienes un perro que no se deja tocar" o "se tiene que acostumbrar". Por descontado, todas ellas poniendo el foco en las necesidades de quien quiere tocar al perro de forma egoísta, y no en el bienestar del animal.
He preguntado a una docena de guías y familias que conviven y, por lo tanto, pasean con sus perros y me llevo el siguiente aprendizaje para compartir: por favor, aplica el "solo sí es sí", muchos perros y sus guías te lo agradecerán, porque este artículo se resume en una frase muy sencilla. No saludes a un perro sin saludar a su guía (vayas tú con perro o sin perro) y mantener una distancia prudencial. Si todo está bien, habrás perdido cinco segundos en realizar una sencilla pregunta; si es mejor no saludar al perro, habrás perdido cinco segundos. Eso es todo.