Tu perro no parece tan despierto o activo como antes, es un hecho. Se desorienta en lugares conocidos, incluso en tu propia casa, se muestra inquieto durante la noche, tiene problemas para dormir... ¿Te suena? Pues es posible que tu peludo esté sufriendo de síndrome de disfunción cognitiva canina, una enfermedad neurodegenerativa que afecta a muchos perros de edad avanzada.
La disfunción cognitiva también se conoce como demencia canina y, aunque no se han descubierto las causas exactas, creemos que la mayor esperanza de vida de los perros, la genética y el estilo de vida juegan un papel muy importante en su prevención, desarrollo y tratamiento.
Qué es la disfunción cognitiva canina
La disfunción cognitiva canina afecta, sobre todo, a perros mayores de 8 años. La equivalencia con la vejez humana es una buena opción para entender la patología: su cerebro empieza a experimentar cambios con la edad (la muerte de neuronas, reducción de la dopamina, acumulación de proteínas anormales...), provocando problemas de memoria, atención y aprendizaje.
Aunque no todo todo se relaciona con la edad, evidentemente, puesto que existe tanto predisposición genética como ciertas conductas de riesgo: falta de actividad física y mental, una dieta inadecuada, e incluso la exposición a ambientes poco saludables.
Cómo se ve la disfunción cognitiva
Entre los síntomas más habituales para diagnosticar el síndrome de disfunción cognitiva en perros está la desorientación. Si tu perro sénior parece confundirse o perderse en contextos y entornos conocidos, es importante que lo tengas presente. También asegúrate de controlar sus paseos en exterior, aunque esté acostumbrado a pasear sin correa hasta contar con un buen asesoramiento veterinario (dicho de otro modo, si te parece que empieza a perderse o confundirse, llévalo atado).
La ansiedad y la frustración, así como episodios de agresión o depresión también son comunes en fases avanzadas, pero son más habituales la pérdida de memoria, atención y dificultades para el aprendizaje. También es posible que nuestros perros tengan problemas para dormir, sobre todo durante la noche, donde también suelen mostrar conductas estereotípicas, como caminar o deambular, realice caca o pis en el interior e interactúe menos con la familia.
Si observamos alguna de estas conductas, vale la pena pedir atención veterinaria para una posible detección temprana, que ayudará a reducir la gravedad de la disfunción canina y a mejorar la vida familiar.
La vejez no tiene cura
Como suele decirse, la vejez no tiene cura (aún, por lo que parece) ni para nuestros mejores amigos, y el síndrome de disfunción cognitiva canina tampoco. Sí hay actividades y tratamientos que pueden ayudar para prevenir y mejorar el pronóstico.
Buena parte de los tratamientos incluyen cambios en la dieta y el ejercicio, terapia cognitiva, terapia farmacológica y suplementos nutricionales. La estimulación mental, tanto mediante olisqueos, como con juguetes de enriquecimiento y comandos o habilidades de juego y obediencia, pueden ser muy útiles para que los perros se sientan más seguros.
Esconder chucherías por la casa, enseñarle o refrescar junto a él trucos o comandos de obediencia, o visitar espacios con olores, sonidos y texturas distintas pueden ser opciones fantásticas para que tu perro sénior se ejercite física y mentalmente.
De igual modo, mantener un ambiente seguro y una rutina predecible ayudará tanto o más que estimular al perro, puesto que el animal se adaptará mejor a una estructura más simple (rígida) y fácil de seguir, sin que debamos obviar la posibilidad de flexibilizar algunas rutinas para beneficio de nuestros peludos.
Asesórate para crear su nueva rutina
En cualquier caso, se trata de un trastorno geriátrico que afecta a muchos perros mayores de 8 años. De igual modo que los cánceres caninos han aumentado mucho, también lo ha hecho este síndrome. Hoy, la medicina veterinaria actual está tratando de retrasar su progresión y puede aportar ejercicios y asesoría, al igual que educadores caninos y etólogos que pueden ayudarte a crear nuevas herramientas conductuales para la convivencia.
En esta última fase, el acompañamiento cariñoso y tranquilo es igual de importante que en la etapa de cachorros, y la exigencia debe ir a la par. Es normal que nuestro perro olvide ejercicios, rutinas y habilidades que realizaba sin apenas esfuerzo durante los años anteriores. Si él o ella ha sido tu fiel compañero todos los días, págale con la misma fidelidad y paciencia.
En resumen, es importante que no le exijamos más de lo que puede dar y que adaptemos sus actividades y ejercicios a su nueva situación cognitiva. Además, vale la pena llevarlo regularmente al veterinario para realizar controles y ajustar su tratamiento. Con un buena guía, podemos hacer que nuestros perros con síndrome de disfunción cognitiva sigan disfrutando de una vejez feliz y saludable.