La profesión veterinaria es una de las más antiguas del mundo. Se sabe los primeros veterinarios aparecieron en el momento en el que los humanos tuvieron que convivir con distintas especies del mundo animal, existiendo ya allá por el 2.600 a. C, de donde datan los primeros vestigios de esta profesión. No obstante, tuvieron que pasar muchos años para ser considerada como medicina valorada y aceptada en nuestra sociedad.
Por este motivo, hoy en día celebramos cada último sábado de abril el Día Mundial del Veterinario (que este año cae el 29 de este mes) con el objetivo de reconocer y reivindicar a aquellos que dedican su vida a los cuidados y protección de nuestros compañeros peludos.
Pero, ¿conocemos de esta profesión? ¿Es tan bonita como se cree popularmente? Sin duda alguna, en la sociedad en la que vivimos, el papel del veterinario ha cobrado mucha importancia. Nuestros animales de compañía ya son considerados seres sintientes y, para muchos, son parte de nuestras familias, por lo que su salud es fundamental.
No obstante, los veterinarios todavía tienen que afrontar situaciones complicadas y más invisibles que muchos desconocen. Para entender esta profesión mejor, hablamos con cuatro veterinarias que nos cuentan su experiencia en este ámbito.
El poder de salvar una vida
Laura González, veterinaria licenciada en 2014 por la Universidad Complutense de Madrid y que, actualmente, trabaja en la hospitalización de perros y gatos de la Facultad de Veterinaria Complutense con pacientes críticos y hospitalizados ha compartido su vida con los animales durante toda su vida.
Eligió esta profesión para aunar su pasión junto a su curiosidad: los animales y afán por la medicina. "Uní esa faceta curiosa sobre medicina con la necesidad que tengo de tener contacto con animales", cuenta.
No obstante, González reconoce que la profesión no era tal y como se la imaginaba, si no mucho más amplia. "Cuando comencé no sabía de la existencia de especialidades médicas en perros y gatos, ni que puedes especializarte por especies también, hay muchas opciones entre las que elegir", explica.
En cualquier caso, la veterinaria asegura que lo más bonito de su profesión es el poder "salvar una vida", especialmente en su caso, que trabaja con animales en estado crítico. "Lo que más feliz me hace de mi profesión, sin duda, es ver cómo un perro o un gato que se debate entre la vida y la muerte termina recuperándose y volviendo a casa con su familia", expresa.
Por lo contrario, hay dos aspectos que González considera muy duros de esta profesión: "A nivel emocional, escuchar comentarios del tipo 'para lo que me cuesta el tratamiento, me sale más barato comprarme otro perro' o 'si no lo duermes tú, cuando salga del hospital le pego una pedrada'. Estas son situaciones que lamentablemente he tenido que vivir y que todavía estoy aprendiendo a gestionar", expresa.
"A nivel profesional, creo que lo más duro es ver que la profesión todavía es poco valorada y que todavía las condiciones laborales que hemos sufrido muchos veterinarios son complicadas, ya que todavía mucha gente piensa que no deberíamos cobrar por nuestro trabajo porque debería ser algo vocacional", añade.
"En veterinaria hay un alto índice de suicidios"
La familia de Sara Acebo ha sido también muy amante de la naturaleza y los animales lo que la llevó a, con tan solo tres años, decirle a sus padres que se dedicaría a la veterinaria. Sin embargo, antes de empezar la carrera "no se hablaba tanto de lo difícil que es este trabajo a veces, no solo por tener que dormir animales cuando su vida ya no es plena o cuando estén sufriendo", afirma.
Acebo es veterinaria especializada en animales exóticos y nutrición y divulgadora de conocimientos sobre estas especies a través de redes sociales y participando en eventos y charlas. Desde que se dedica a esto, considera que lo mejor de la veterinaria es "el amor incondicional que te dan los animales".
"Ellos se merecen todo lo bueno del mundo porque no hay maldad en sus corazones y el tratar de darles lo mejor, ver la felicidad de muchos de ellos al verte y también la de sus cuidadores", agrega. "Deberíamos aprender mucho de los animales".
No obstante, para Acebo esta profesión también tiene momentos muy duros. "Estas cerca de la muerte día tras día, especialmente cuando te dedicas a los animales exóticos, quienes tienen una alta mortalidad", afirma. "Tener que sacrificar animales es duro, al igual que sobrellevar la presión social de que, si algo no va bien, es siempre culpa del veterinario".
"Hay muy poco reconocimiento social hacia nosotros en muchos aspectos y, por desgracia, son muchos los que piensan que somos unos sacacuartos cuando en realidad nuestros sueldos muchas veces son muy bajos", añade. "Hay una larga lista de motivos por los cuales en veterinaria hay un alto índice de suicidios".
No obstante, Acebo no se plantearía cambiar de profesión aunque sí reconoce que le hubiera gustado saber la realidad de la situación laboral de los veterinarios en España para "quizás, haberme ido a estudiar a otro país donde se valore más".
"Que los casos no vayan bien es muy duro"
Fátima Blanco también tenía claro a los tres años que iba a ser "doctora de animales", nada extraño si pensamos en que su padre era cirujano y su madre enfermera. Tras licenciares en veterinaria en la Universidad de Santiago de Compostela, Blanco ha hecho varios másteres sobre Medicina Felina y, a día de hoy, continúa formándose sobre bienestar animal, teniendo su propio centro veterinario (Darwin en Pontevedra).
Blanco reconoce que la veterinaria no es tal y como se la imaginaba, aunque afirma que nos ocurre esto con muchas cosas: "Al final siempre vas con unas expectativas mucho mejores de las que son, aunque no está mal, tiene cosas muy duras pero es un trabajo muy bonito".
"Lo mejor es el trato con los pacientes, el cariño que te demuestran algunos y lo agradecidas que son ciertas personas", relata. "El vínculo que creas con los tutores y los animales es muy bonito". Sin embargo, también reconoce que hay situaciones duras, como "que los casos no vayan bien y tener que eutanasiar a los pacientes que están muy malitos". "Yo siempre lloro y lo paso falta", confiesa.
Por esto último, a Fátima le habría gustado saber más sobre gestión emocional, contar con un tratamiento psicológico o una preparación para ese tipo de situaciones ya que "a veces no sabemos cómo manejarlas o lo hacemos según la forma de ser de cada uno", expresa. "También me habría gustado saber más sobre las condiciones laborales en España. Aquí es una profesión muy poco reconocida, mientras que en otros países se valora mucho más".
La falta de recursos económicos
Por cómo la educaron en su familia, Alba Pérez ha sentido una "pasión auténtica por los animales" desde muy pequeña, así que ahora es veterinaria y gerente de su propia clínica (Vetropia veterinaria). "Decidí estudiar esta carrera para tener oportunidad de ayudar a los animales a tener una vida mejor", afirma.
"La profesión no era tal y como me lo imaginaba ya que nunca te planteas las batallas que hay que tener por el tema económico con los tutores y las familias", explica. "Es frustrante ver que hay cosas que se podrían hacer por ciertos pacientes y que, a causa de los recursos económicos, no se puede".
La parte más dura para Pérez es esa gestión de los recursos económicos, pero también las condiciones laborales que hay, que "aunque han mejorado desde que empecé en esta profesión, todavía queda mucho por hacer", asegura.
No obstante, Pérez se siente afortunada de poder dedicar su vida a trabajar con perros y gaots y, además, salvar sus vidas. "Lo más bonito es la relación con las familias porque, aunque hay gente para todo (como en todos lados), tener una buena relación con los pacientes y sus tutores es muy bonito", asegura.
"Antes de meterme en veterinaria me habría gustado aprender a distanciarte y separar el trabajo de lo personal, porque es muchas veces te llevas el trabajo a casa, buscando estudios y formas de ayudar a los animales", cuenta. "Me habría gustado que a nivel emocional alguien me avisara de que es una profesión muy dura, también por las eutanasias, especialmente cuando se trata de pacientes con los que has empatizado o familias con las que tienes una relación más especial".